viernes, 5 de septiembre de 2008

Una historia de acción y humor


Música: "Who needs information" de Roger Waters (en "Radio KAOS", nada que ver con el Super Agente 86, algo con lo que sí se relaciona el siguiente cuento de un alumno de 2do año, que realmente, cada vez que lo leo, me causa muchísima gracia)

Hora: 14:30 (empezó mi fin de semana!!!)

Ese día, Igor Borjaieff estaba con especial mal humor. Unos decían que era porque había dormido mal, otros que la ropa le quedaba apretada y la mayoría porque ese día lo habían condenado a muerte.
Era un día como cualquier otro en la vida de Igor. Se levantó a las seis en punto, bebió un café y consultó su casilla de e-mail. Había un mensaje del jefe de la mafia rusa. Como tantas otras veces, le encargaban matar a alguien que estorbaba. En esa ocasión era Víctor Lavinsky. Igor sonrió. Si lograba su objetivo pagarían 100.000 Euros en efectivo y él estaba seguro de que lo lograría. No por nada era el mejor asesino de Rusia.
Esa misma tarde ideó un plan y a las cinco y media estaba en la azotea de un edificio con su rifle de largo alcance esperando a que Víctor saliera de su casa, situada justo en frente.
A los cinco minutos salió Víctor, con un portafolios y papeles bajo el brazo. Igor apuntó cuidadosamente y, cuando estaba a punto de apretar el gatillo, una paloma que pasaba defecó increíblemente sobre su ojo izquierdo. Enfurecido, creyendo que era una broma de alguien, se dio vuelta bruscamente y solo logró que una saliente de la pared le lastimara el otro ojo y cayera al suelo. Volvió a levantarse y, sin ver nada, comenzó a dar puñetazos al aire, con lo cual rompió tres de sus dedos y un caño, por el cual salió un potente chorro de agua que le dio en el estómago y lo hizo caer en un container con desperdicios, comida podrida y materiales de una obra en construcción.
El golpe fue tan duro que perdió el conocimiento, aunque lo recobró enseguida porque los tornillos en su pelo no eran muy cómodos. Furioso, se levantó e ideó otro plan.
Volvió a su casa y, luego de entablillarse él mismo sus dedos rotos, investigó y descubrió que Víctor iría esa misma noche a un baile en el palacio de su mejor amigo: el campeón de lucha libre rusa.
A las once entró en la gran casa, vestido de camarero. Su plan era acuchillar a Víctor y huir por una de las ventanas, para luego ir a buscar su recompensa. Con esa idea en mente, subió al segundo piso para observar mejor a los invitados. Luego de un tiempo, reconoció a su víctima. Esto lo entusiasmó tanto que decidió descender por una cuerda para caer sobre él. Se asomó por la baranda para alcanzar la soga y estaba por alcanzarla cuando una mujer lo vio y, creyendo que se suicidaría, pegó un grito terrible que sobresaltó a Igor, haciéndolo caer desde siete metros de altura sobre un hombre que no podía ser otro que su amigo luchador. Este, furioso, levantó a Igor como si fuera un muñeco y, aunque él trató de defenderse con su puñal, el gigantesco hombre lo arrojó sobre una mesa que se rompió y le partió a Igor dos costillas.
Al verse en serios problemas y con un dolor espantoso, se tiró contra una ventana para escapar, pero los vidrios eran blindados y lo hicieron rebotar como una pelota contra otra mesa que le fracturó las demás costillas.
Al poco tiempo la policía lo capturó y, luego de que sanara, lo condenaron a muerte.
Cuando Igor estaba parado frente a la silla eléctrica, rodeado de policías, reconoció entre el escaso público que observaría la ejecución a Víctor Lavinsky y, sin darle tiempo a los policías de atraparlo, corrió hacia él para ahorcarlo, pero resbaló, se fracturó el cuello y murió. Víctor, al mismo tiempo, se llevó un susto tan grande que murió de un paro cardíaco.
A todos los policías les causó mucha gracia y terminaron también muriendo de risa.

Juan Martín

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