lunes, 24 de febrero de 2014

Tarjeta Naranja - Parte III: drag me to orange hell

          En el capítulo anterior, nuestro héroe pareció alcanzar el final de su periplo arribando a las doradas playas de la vida tranquila sin tarjetas de crédito. Sin embargo, aquello que parecía resolverse con unos mensajes en un muro virtual y unos llamados telefónicos pronto se revelará como la peor de las maldiciones gitanas...

En un lugar de cuyo nombre recuerdo, Bahía Blanca, a pocos kilómetros de Villa Mitre.

Ring, ring (ningún teléfono en mi casa suena así pero permitanme la licencia literaria)
Yo: - Hola.
Tono cordobés de chiste coterráneo: - Señor, Emiliano Vuela? Lo llamábamos para decirle que la baja de su tarjeta ya ha sido realizada... (bla, bla, bla formal característico)

Festejo. Un poco como las grandes superproducciones yanquis que prometen un final a todo trapo pero que al final resuelven todo a las apuradas y bastante anodinamente, mi relación comercial con Tarjeta Naranja había terminado. No hubo discusiones, ni insultos cruzados, ni cartas documentos. Poquito, poquito: unos mensajes por FB, unos llamados y la mención de un abogado, que apenas dibujé en mi mente. Bien, Emi, lo lograste.

El Sr. Sistema: - ERROR, Emiliano. Nunca te dejaremos ir. Ja, ja, ja (risa diabólica, pero bien jodida y diabólica)

Dejo pasar las semanas. Llega el día de pagar mi último centavo adeudado. Vengo con todo: pecho argentino, listo para caretearla.

Sucursal Donado, Bahía Blanca, Tarjeta Naranja. Viernes.
Srta Naranja: - Adelante, por favor.
Yo (tono de voz un poco elevado para que escuchen los de la fila): - Vengo a pagar mi último resumen y a pedirte si, por favor, podrías imprimirme un libre deuda que dé cuenta que no tengo deuda con ustedes y que cerré la tarjeta.
Srta Naranja: - Sí, para cerrar la tarjeta tenés que pagar primero todos tus saldos...
(Deja vú mío, rápidamente interrumpido)
Yo: - No. La tarjeta ya la di de baja a través de un abogado que me asesoró. Ahora necesito un libre deuda y un comprobante que las tarjetas están dadas de baja. Me lo pidió el abogado.
Srta Naranja (cara de susto, cara de dijo "abogado"): - Decime tu número de documento.
Lo digo.
Srta Naranja: - Ah, sí, la cuenta está inhabilitada. Solo queda pagar este último resumen...
Yo: - Bueno. La pago ahora y necesito el comprobante de que está cerrada la cuenta.
Srta Naranja: - Sí. (Mmmh, ¿sonó inseguro o me pareció a mí?)

Cola para pagar. Pago. Nueva cola para volver a ser atendido. Me atiende otra señorita Naranja.

Yo: - Recién termino de pagar y necesito un comprobante que di de baja la tarjeta junto a un libre deuda.
Srta Naranja 2: - Primero tenemos que dar de baja la tarjeta porque si tenías deuda no podés...
Yo: No. Yo ya la di de baja porque por ley se puede. Vos y dos de tus compañeras me dijeron que no, pero mi abogado me explicó que se puede y lo hice por teléfono hablando a casa central. Ahora el abogado me pide un libre deuda.
Srta Naranja 2: - A ver... (cara de susto, cara de dijo "abogado") decime tu documento.

Nuevo tecleo eterno. Yo levantando temperatura.

Srta Naranja 2: - La cuenta está inhabilitada, es cierto.
Yo: - Bueno, necesito un libre deuda y un comprobante...
Srta Naranja 2: - Pero no te puedo dar un libre deuda porque no debés nada (sic, sin recurso literario alguno)
Yo: - Justamente, eso es un libre deuda.
Srta Naranja 2: - Pero nosotros no damos libre deuda...
Yo: - Mirá, el abogado me pide un comprobante de que la tarjeta está dada de baja y que no les debo nada.

Nuevo tecleo. Se acerca Srta Naranja 3. Murmullos. Cara de póker mía.
Srta Naranja 2: - Mirá voy a mandar un mail a sistemas para que me respondan tu consulta y pueda entregarte un comprobante (escribe papelito con un número, me lo entrega) ¿Podés volver dentro de dos días?
Yo: - Claro. ¿Cómo es tu nombre?
Srta Naranja 2: - Pixelado del nombre para cuidar identidad
Yo: - Hasta luego

Sucursal Donado, Bahía Blanca, Tarjeta Naranja. Jueves.
Cola para ser atendido.

Yo: - Hola. Vengo a retirar un comprobante que solicité la semana pasada (extiendo papelito)
Tecleo clásico. Lectura de pantalla.
Srta Naranja 2: - Mirá me dicen que no pueden entregarte un libre deuda porque no corresponde.
Yo: - Necesito un comprobante que me pide el abogado. Viste como son los abogados...
Srta Naranja 2: - A ver... (llama por telefóno. Habla con Laura. Le cuenta mi historia. Mucha mención de la palabra "abogado". Me pregunta cuál es la razón del cierre de la tarjeta)
Yo: - Es muy largo. Ya se los conté en una carta que le dejé a la encargada que estaba repartiendo caramelos.
Srta Naranja 2 sigue hablando. Anota. Me mira. Escucha. Escribe en un papel. Cuelga: - Bueno. Mirá, ahora yo hice por tu reclamo un incedente (¿y todo lo anterior qué fue entonces? ¿Cosas lindas y cotidianas de la vida?, pienso) me van a responder hoy a la tarde. Dejame tu teléfono.

Se lo dejo y me retiro. No paso a la tarde. No me llaman. Dejo pasar los días

Sucursal Donado, Bahía Blanca, Tarjeta Naranja. Lunes.
Busco a nombre pixelado. Llama por teléfono. Del otro lado, le dicen que Laura no está, Laura se fue. Habla. Dice el apellido de Laura que queda guardado en mi memoria junto a los recuerdos más hermosos de mi infancia. Diálogo entrecortado. Muchos "pobre" para mí que fui varias veces al local. Cuelga.
Srta Naranja de Nombre Pixelado: - Mirá están revisando los archivos porque hay un tema con sistema. La cuenta está inhabilitada pero no te la puedo dar de baja, justamente, por eso porque está inhabilitada (cordobés conchatumadre mentiroso telefónico). Igualmente, para responderte el incidente tenemos cinco días hábiles. Disculpame que te haga venir...

Me retiro. Y pienso en Buda. Lo envidio.

Sucursal Donado, Bahía Blanca, Tarjeta Naranja. Viernes.
Srta Naranja Nombre Pixelado no está. La llaman por teléfono. Aparece. Pido disculpas por interrumpirla (no caza mi ironía). Teclea. Mira pantalla. No hay respuesta. Pasaron cinco días hábiles de mi reclamo, le digo. Llama por teléfono. Pregunta por Laura. Laura está. Diálogo. Cuelga
Srta Naranja Pixelada: - Mirá. Como hiciste la baja por teléfono no puedo darte un comprobante porque la cuenta fue inhabilitada, entonces el sistema no me lo permite.
Yo: - Yo no di de baja la cuenta por teléfono. Yo hice una consulta por su muro de FB y ustedes me llamaron y me dijeron que la dieron de baja.
Srta Naranja Pixelada: - Justamente (nunca me sentí más boludo frente a un adverbio como en este caso) por eso no podemos. Así que yo te puedo hacer un comprobante manual del pedido de baja y tendrías que volver dentro de 15 días.
Yo: - Bueno, listo (peor que nada, me digo. Además, qué joder, lo estoy disfrutando y me ayuda a escribir)
Comienza a completar el formulario.
Srta Naranja Pixelada: - ¿Cuál es el motivo de la baja?


En fin. El diálogo siguió. Le recordé la carta, mis idas y vueltas y terminé preguntándole si había firmado con Tarjeta Naranja un contrato comercial o una maldición gitana. Finalmente, pregunté si todo estaba en condiciones para dar de baja la tarjeta porqué no querían hacerlo. Srta Naranja Pixelada no supo qué decir.

Continuará...


La cuestión es que al día de la fecha y a casi seis meses desde que decidí cerrar la tarjeta informándoselo a "the orange people", ninguno es capaz de decirme "Chau, amigo" para siempre. Se ve que estos tipos se toman la cuestión de la amistad bien en serio.

Tarjeta Naranja - Episodio II: la amenaza fantasma

              En el capítulo anterior vimos como el protagonista cansado de consumos injustificados y de un círculo vicioso de deudas, decide a partir de una comunicación telefónica cambiar el destino de su vida financiera y renuncia al plástico financiado a través de una carta en donde la bronca, la joda y el reclamo se confundían. Sin embargo, ante el fracaso (sospechado) de esta misiva, nuestro protagonista se decide a realizar el embate final.

  En una tierra no tan lejana (Villa Mitre), hace mucho, mucho tiempo...

Hoy fui a pagar a tarjeta Naranja (sí, sigo pagando, esta fue la anteúltima cuota) y decidí probar, más para joder que otra cosa, pedir que dieran de baja mis tarjetas de créditos. Quince días atrás ya lo había hecho y la empleada me había dicho que como tenía saldo deudor no se podía realizar. Ya en el posteo anterior me habían hablado de que había una ley que me amparaba y que me permitía cerrar la tarjeta inclusive con saldo deudor pero la verdad que no le di bola y como tenía que seguir pagando, corté los plásticos y con ese gesto de rebeldía casero y algo onanista me di por satisfecho.

Me atendió la responsable del local.

(Yo)
Vengo a pagar un saldo pendiente y a dar de baja mis tarjetas

(Ella parafreasada por mí)
Lo primero, sí. Lo otro, no. No se puede dar de baja porque tenés créditos activos hasta febrero.

(Yo)
Pero hay una ley, la 24msjdhjsh (no recordaba el número y la murmuré) que dice que yo puedo cerrarla. ¿Podemos probar?

(Ella teclea con habilidad. Sus dedos rozan apenas las teclas, plástico que suena, el murmullo de la cola que se calla, que tensión que hay en el ambiente, parece que sí, se viene, se viene...
No me lo permite el sistema (dice)

(Desilusión generalizada y bien disimulada por la gente de la cola. Nos abrazamos con Sofía, mi hija. El día se nubla, miradas que tratan de consolar nuestra terrible desazón, pianito de fondo, esperamos un rato pero no viene Julio Bazán a preguntarme cómo me siento. Pago y me retiro)

Llego a casa. Calentura incipiente. Empiezo a buscar en Internet. Encuentro:

Hay una ley que ampara al consumidor para dar de baja las tarjetas de créditos en cualquier circunstancia, ya que uno cancela la relación contractual pero no la deuda. Es decir, lo de la deuda que se debe pagar para cerrar la tarjeta es un verso para seguir cobrando todas las cuestiones extras: gastos fijos, cargos de emisión, mantenimiento, intereses sobre intereses, impuestos, seguro de vida. La ley es la 25.065, particularmente el artículo 10 y 11. También se puede invocar la ley 24.240 de Defensa al Consumidor y el artículo 42 de la Constitución Nacional.
Este es el link para ver la ley 25065:
http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/55000-59999/55556/texact.htm

Es decir: hay un marco legal que avalaba mi pedido y que intencionalmente esta empresa se niega a reconocer.

Y llamé a un abogado (sí, hablo mal de ellos pero también hago uso y abuso de sus predisposición para el acoso legal) para que le echara  un ojo a una carta formal de reclamo que había armado, no fuera cosa que el tiro saliera para el otro lado. Abogado ausente hasta pasada la tarde(eso suele ser una buena noticia, habitualmente, no en este caso).

A punto hervor, sigo en Internet y así llegué al grupo de Tarjeta Naranja en FB, en donde dejé este políticamente correcto mensaje en el muro:

"Hola. Quisiera saber cuál es el protocolo para dar de baja mis tarjetas de crédito, ya que las dos veces que consulté en sucursal se me informó de manera distinta y contradiciendo de manera directa a la ley que regula el sistema de tarjetas de crédito."

A los19 minutos respuesta de Nieves F., moderadora del grupo:
 "Hola Emiliano! Para asesorarte acerca de la baja de la Tarjeta y que nos cuentes la situación que manifestás, te solicitamos que nos envíes tus datos personales completos a través de mensaje privado. Esperamos tu respuesta! Nieves F.│Tarjeta Naranja."

(Ahora por privado con marco legal incluido)
  • 15:30Emiliano VuelaHola Hoy fui por segunda vez a dar de baja mis tarjetas de crédito y se me informó que no se pueden dar de baja porque tengo saldos pendientes. Sin embargo, según consultas legales que realicé en OMIC, oficina municipal de información al consumidor, y con el abogado de mi familia, la baja de las tarjetas es correcta, ya que lo estoy planteando de manera voluntaria y fehaciente, tal como lo indica el artículo 11 de la ley 25.065 y en concordancia con la ley 24.240 y el artículo 42 de la Constitución Nacional. Además - si se me permite una aclaración que quizás resulte obvia para Uds, pero para mí es necesaria - este pedido de baja afecta a las tarjetas de créditos, no a la deuda contraida que estoy pagando como corresponde y que no desaparece o se anula por el hecho de dar de baja las tarjetas. Mis datos: ...
(Una hora de silencio virtual. Decido insistir por muro público)
Envíe por mensaje privado mi nombre y número de tarjeta. Saludos

(Segunda hora de silencio virtual. Aparición de Damián A., segundo moderador. Ya me estoy sintiendo importante)
Tarjeta Naranja Emiliano, gracias por enviarnos tus datos, nos pondremos en contacto con vos a la brevedad. Hasta pronto! Damián A. | Tarjeta Naranja.

(Literaria respuesta mía por privado)
La mariposa de Vietnam vive 24 horas, nada más. Para ella la brevedad son milésimas de segundo. Ciertas almejas llegan a vivir 500 o más años, para ellas la brevedad se puede extender por días, hasta meses. Yo tengo 37 años y la brevedad no suele excederme más de un par de horas. ¿Cuánto es la brevedad para Tarjeta Naranja?

(20 minutos después suena el teléfono. Característica de Córdoba. Militante tono cordobés al teléfono)
Señor Emiliano Vuela lo llamamos de Tarjeta Naranja a partir de su consulta por Facebook (bla bla bla formales) es correcto su reclamo (bla bla bla consultando por la causa de mi deseo de dar de baja la tarjeta. Minga que te voy a decir, leé la carta que te mandé) el lunes nos comunicaremos con Usted para confirmar el procedimiento de baja realizado. Hasta luego.

(Yo)
Hasta luego.

(Una hora después por mensaje privado me escribe Gabriel G. A mí no me joden, estos tipos leyeron a Kafka y por eso se hacen llamar así. Notese los innecesarios signos de admiración. ¿Alegría fingida o insulto disimulado?)
Tarjeta Naranja 
Emiliano! Si bien ya nos contactamos, agradecemos que nos hayas escrito. Buenas tardes! Gabriel G. | Tarjeta Naranja.
(Yo en estado de hipocresía nirvanesco)
De nada. Muchas gracias por la atención. Seguimos en contacto.Saludos

Continuará...

Más allá del ejercicio de escritura, qué prácticas cuasi-mafiosa la de estos tipos. Invito a que entren a los foros de denuncias sobre esta entidad y otras semejantes y vean las cosas que se denuncia. Y, por supuesto, si de todas formas quieren o tienen que seguir utilizando tarjetas de crédito los invito a averiguar y reclamar por aquello que deben cumplir por ley y que nosotros tenemos la obligación de controlar y reclamar.

Tarjeta Naranja I - De Villa Mitre con amor

La siguiente es una copia de la carta entregada a la responsable de la sucursal Donado de la empresa Tarjeta Naranja, de la ciudad de Bahía Blanca. Lamento haberla interrumpido con esta misiva mientras cumplía con la noble tarea de repartir caramelos en la puerta.

Bahía Blanca, 17 de septiembre 2013




De mi mayor consideración:


         Cuando me senté a escribir esta carta, lo primero en que pensé fue en el registro y en el formato. Quizás sea un vicio profesional – soy profesor de Letras – aunque prefiero pensarlo como una reflexión sobre cómo hacer que esta carta sea más efectiva como reflejo de una situación que condicionó de manera directa la decisión de cerrar mi cuenta en Tarjeta Naranja y que no se tome como un reclamo estentoreo de puño contra el mostrador, como un despecho de deudor o como un velado deseo de pedido de disculpas de Tarjeta Naranja, ya que mi decisión está definitivamente tomada y si no se hace de manera más ágil es por una cuestión puramente económica, antes que por una incertidumbre o por la espera de una respuesta de su parte. Claro está que es mi deseo que esta carta sea leída y en lo posible circule dentro de la empresa como una manera, si se me permite el atrevimiento, de reflexionar sobre las relaciones empresa-cliente, que – aunque no lo parezca en ocasiones – son, sin lugar a dudas, relaciones humanas.
        Los invito entonces a que lean estas palabras como una reflexión personal.

El día miércoles 28 de agosto, luego de volver de mi trabajo, me informan que desde el local de Tarjeta Naranja se habían comunicado con mi casa pidiendo hablar conmigo, ya que adeudaba dos resumenes de mi tarjeta. La empleada que se comunicó en nombre de Tarjeta Naranja si bien pidió hablar conmigo, al encontrarme ausente, consideró apropiado comunicar esta situación financiera-personal a la persona que atendió, sin mediar ninguna pregunta sobre la relación que existía entre esta persona y quien escribe (pregunta que sí existió en dos comunicaciones posteriores).
Informado sobre este llamado asumí que debía haber sido una mala interpretación, una suerte de “teléfono descompuesto” entre su empleada y la persona que me informó del llamado, ya que considerando que estaba en curso el mes de agosto, los dos últimos resumenes serían el del mes de julio (abonado antes del día 8 de julio) y el de agosto, el que había abonado parcialmente el día 23, quedando un saldo pendiente de aproximadamente $400. Así lo consideré y así lo dejé olvidar.
Sin embargo, el día martes 3 de septiembre recibo por correo una hoja impresa (ver fotocopia adjunta), dirigida a mi nombre, con membrete de Tarjeta Naranja, con fecha del 29 de agosto en donde se me comunica que: “figuran en nuestros registros sus dos (2) últimos resúmenes de cuenta impagos”. Decido entonces revisar los comprobantes de pago que tengo emitidos por ustedes y como recordaba, el mes de julio está pago en su totalidad y el de agosto tiene un pago parcial de $1200 con fecha del 23 de agosto.
Llamo, entonces, al número que aparece en la hoja (0291-450-2881) y luego de cuatro intentos y esperas que llevan a pensar en un teléfono abandonado sonando en un sotáno vacío, húmedo y oscuro de alguna dependencia olvidada de su empresa, soy atendido cerca de las 18:00 hrs.
Saludos y presentaciones de ocasión, consulta y una empleada me informa que la hoja hace referencia a los “últimos resumenes emitidos y por el importe que se indica” (sic). Le respondo que la hoja que me enviaron no utiliza el adjetivo “emitido” en ninguna parte, ni hace mención a mis saldos o a los resumenes puntuales a los que se está aludiendo. Le informo también que la hoja que se me envíó es la impresión de una Intranet de Tarjeta Naranja y que si bien dice “Encargado de Local” no hay una firma que avale o identifique con nombre y apellido a este emisor, lo que acerca a esta hoja más al anónimo amenazante que a la carta informativa.
Es recién ahí que la empleada solicita mi número de documento y luego de consultar me informa que julio está pago, y que la carta alude al saldo deudor de agosto y a la totalidad del mes de septiembre con próxima fecha de vencimiento el día 10 de septiembre. Consulto nuevamente si entonces la mención de dos resumenes de la hoja que me enviaron alude al saldo pendiente de agosto que pagaré con intereses como corresponde y a un resumen que todavía no ha vencido. La empleada me responde que sí y que debo pagarlo antes del 10 para no entrar en el Veraz (admito que una carcajada diabólica hubiese sido un excelente cierre para esa línea de diálogo). Me despido y concluye la comunicación.
El motivo de esta carta entonces, además de narrar la situación anterior, es, si se me permite nuevamente, cuestionar la informalidad con que se manejan temas tan delicados para la empresa y para mí, su cliente, como es una deuda, que sin ser significativa, supongo, en el volumen total de operaciones de Tarjeta Naranja, tiene un valor en tanto cliente que los eligió y que comparte en la vida cotidiana charlas con otros clientes o potenciales clientes de su empresa.
Es decir, ¿cuál es el protocolo establecido por Tarjeta Naranja para tratar a sus clientes morosos? ¿Una llamada telefónica a un desconocido para informar de una situación personal y ajena a la persona que atiende? ¿El envío de una hoja impresa con la desprolijidad e informalidad de una ausencia de firma que identifique al emisor más allá de la abstracción que representa el nombre de una empresa? ¿La imprecisión expresiva como mecanismo de generar temor, confusión o intimidar al momento de redactar una comunicación escrita? ¿La acepción laxa de la frase “últimos resúmenes de cuenta impagos” para incluir un saldo deudor menor al tercio de la totalidad del resumen y otro saldo que todavía no ha vencido? ¿La contradicción entre lo escrito y lo que se dice telefónicamente? Quiero decir: ¿es este el protocolo elegido por Tarjeta Naranja o solo es una sucesión de malentendidos e impericia?
¿No estarán confundiendo lo “financieramente incorrecto”, slogan identitario de la empresa, con lo “formalmente incorrecto”? Y en un exceso de atrevimiento: ¿no tendrían que aclarar que lo “financieramente incorrecto” no se hace extensivo para los clientes?
Lamentablemente, mi buen pasar económico no me permite cerrar la tarjeta de la manera abrupta y determinante que deseo. Por lo pronto adjunto fotocopia de mis plásticos debidamente cortados que se complementan con la “dada” de baja a mis debitos automáticos y el cierre de las créditos abiertos según mis ingresos lo permitan, como para que no queden dudas de mi decisión.
Quiero cerrar esta misiva con un último parafraseo a otra de sus campañas publicitarias: hace un par de años elegí a Tarjeta Naranja como mi primera tarjeta de crédito, hoy, por lo antes mencionado, elijo cambiar aquel “Zi” por un “No”.
Sinceramente: