Bahía Blanca ha desaparecido.
Cuando encontramos una
conexión abierta de Internet es lo primero que escribimos. Las
conexiones duran muy poco. No sabemos quién las abre pero sabemos
que las cierran desde el Polo. Yo prefiero utilizar este blog. Los
blogs sé que no los monitorean tan seguido como las cuentas de
correo y los perfiles de FB. Este blog es de una época mejor cuando
escribía, daba clases y salíamos a caminar por la ciudad.
No es tiempo de ponerse
melancólico. Hay que ser rápido, breve, archivos que no llegan a un
mega, posteos múltiples e insistir para que las cosas se sepan.
Dentro de poco se cumple
un año. Pero las cosas empezaron mucho tiempo antes. Lo sé porque
llevo un registro desde temprano, quizás porque tempranamente la
infección llegó a la familia.
El registro más viejo
que tengo es del 20 de octubre de 2013. La noticia generó
repercursiones de ocasión, sospecho que también armadas. Un titular
apenas destacado por La Nueva Provincia y casi una nota al pie en los
diarios de Buenos Aires. En la farsa que mantiene el Polo, el link
todavía sigue activo:
Domingo 20 de octubre de 2013
SE
REQUIEREN ESTUDIOS MEDIOAMBIENTALES PERMANENTES
Un interrogante peligroso
envuelve el aire del centro
Hace 20 años, con casi
100.000 automotores menos, en el macrocentro ya se habían detectado
valores contaminantes por encima de los límites tolerables.
La primera excusa fueron
los autos. Las infecciones respiratorias aumentaban. La ausencia de
estadísticas cubrían la epidemia. En las guardias rotaban
a los enfermeros y a los médicos para que solo tuvieran una
conciencia difusa de lo que realmente estaba pasando. Todo comenzaba
con un ligera molestia en la garganta que a las pocas horas se volvía
un ardor intenso, en ocasiones con vómitos y descomposturas. En la
guardia hablaban de algo virósico, impreciso, reposo y esperar tres
días. Generalmente, el dolor remitía pero la infección permanecía.
Un cambio de humor, cierta violencia desmedida, como una
desproporción entre la causa y la consecuencia se percibía en la
calle. Hoy sabemos que eso era el síntoma más claro de que la
infección iba en aumento.
Los diarios decían:
accidentes de autos, inseguridad, reacciones inesperadas. Basta
recorrer el mes de octubre de aquel año: más de cincuenta accidentes de
tránsito informados, peleas callejeras, violencia escolar. Algunos
hablaban de un desgaste social pero la cuestión pronto reveló otras
cosas.
Lean la nota: se habla
de un informe de 1998. Ese informe está perdido, mucho antes que se
cerrara la Municipalidad o que se inundaran los subsuelos del
Hospital Municipal. Sospechamos que alguna copia debe estar en el
Hospital Penna pero nos resulta imposible llegar. Las noches son muy
breves ahora y con luz de día se hace imposible andar por la calle.
Los que leyeron ese informe hablan de un pedido claro para que se
investigara las extrañas reacciones de seis pacientes (una familia del
Rosendo López) que se presentaron en la Guardia con una afección
respiratoria sumamente irregular. Luego de haber sido dados de alta
por la misma Guardia ante presiones, se supone, del director del
hospital, se mataron entre ellos prendiéndose fuego.
Insisto lean la nota sobre el aire.
Una nota necesaria porque para esa época ya el aire se sentía raro y no había que ser un especialista para darse cuenta. Había que justificar, entonces. Fijense como el Polo se difuma en la excusa de los autos. Controles,
ja! Controlado estuvo el Rosendo López desde el 2010 hasta hace unos
meses atrás cuando fue bombardeado desde la Base. Reconozco que
ironía no le falta a los muchachos detrás del muro: decidieron
destruir el foco (y los infectados con sus familias y, por supuesto,
con todas las posibles evidencias) el 11 de abril de 2013.
Pico de electricidad
dijeron los medios, pero la cuestión es que el barrio desapareció.
Ahí nos dimos cuenta que las cosas estaban muy complicadas.
Algunos estudiantes de
la Uni piensan que el inicio de la epidemia fue en un tanque de agua
abandonado del Rosendo López. No lo sé. Hemos ido a revisarlo: no ha quedado
nada. Un inmenso páramo con escombros que fosforencen en la
madrugada, fogatas que nacen del suelo y que continúan encendidas años después del bombardeo, enormes ratas sumidas que avanzan
estúpidas chocándote los pies sin apenas cambiar de rumbo y ningún
hombre. De aquel barrio de la foto solo queda esto:
¿Cómo pueden seguir
creyendo que Bahía existe? Bahía está desaparecida.
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