lunes, 24 de mayo de 2010

¡Larga vida a los zombies!


El fanatismo por el cine de género no cuenta con la mejor fama. Muchas veces termina encuadrado en el fanatismo bizarro, en la acumulación de datos por algún nerd tardío, gordo y barbudo que agota sus tardes en los continuados de clase B y Z.

La pose intelectual no parece gozar del cine de género. El intelectual mira directores (el solo hecho de reconocerse fanático de, por ejemplo, Krzysztof Kieslowski y pronunciarlo correctamente, te da un aura intelectualosa de reconocida efectividad entre los pares y el grupo familiar). Eventualmente, puede reconocerse fanático de algún actor (las opciones son: desconocido europeo; segundón recurrente; europeo que no transó con el cine industrial – olvidate de Depardieu –; y alguno comercial que coquetea con el cine de autor – John Malkovich es un ejemplo recurrente aunque haya hecho engendros como “Con Air” – nota al pie: ¿se comercializa las extensiones que utiliza Nicholas Cage en esa peli?).

El género en el cine parece ser una categoría demasiado difusa. A primera vista, no llega a reflejar un espíritu crítico, ni siquiera una mínima selección. Lo más impreciso que se permite un intelectual es el gentilicio (preferentemente, europeo o en el grado máximo de la exquisitez las variedades asiáticas y árabes).

Reconocerse fanático de las películas de zombies te conduce a un culposo lugar de inmadurez intelectual. Sin embargo, la cinefilia no pasa solamente por la última y escondida perla del cine iraní o por el cine independiente yanqui que mucho tiene de comercial bajo ese disfraz. En el medio del gore más sangriento, entre tripas evisceradas y chicas de pechos prominentes huyendo de frente a la cámara, uno puede habilitar un espacio de reflexión tan significativo como el sugerido de manera, quizás, más explícita en el cine de autor. Y no estoy hablando de los ejemplos clásicos de metáforas de la sociedad que son las pelis de George Romero o los zombies anti-Bush de Joe Dante en “The homecoming” (2005). La fascinación por los zombies es la posibilidad de ver las escasas diferencias que existen entre los muertos vivos y las prácticas habituales de nuestra vida cotidiana. El terror de la vuelta a la vida sin el límite de la ley (lean “alma” si quieren), la antropofagia y la supervivencia regida por las lógicas más elementales (matar o morir) son ocasión de entretenimiento pero también de crítica.

Basta mirar las primeras escenas de “Shaun of the dead” (2004) de Edgar Wright. En el marco de la acidez típica del humor inglés, dos amigos enfrentan una epidemia de zombies tratando de mantener la estupidez, ocio y abulia que rigen sus vidas. Atrapados en empleos mecánicos y alienantes, los zombies no difieren mucho de lo que fueron antes de morir y renacer. Vean el final si no y lo útil que son los zombies para los programas de entretenimientos a lo Marley, jugar a la Play o empujar changuitos en un supermercado.

Inclusive en híbridos decadentes y jeropas como “Zombie strippers!” (2008) de Jay Lee, se puede abrir la discusión (sí, de manera muy forzada, pero se puede) del sexismo (con Jenna Jameson como protagonista, la mujer como objeto es inevitable); o en propuestas más jugadas como “Deadgirl” (2008) de Marcel Sarmiento y Gadi Harel, en donde la explotación sexual termina victimizando al zombie y revelando la monstruosidad del hombre (¡qué película incómoda de ver!).

El zombie fascina e inquieta. El temor primario de la muerte se potencia en la figura del zombie porque descubrimos que la diferencia es escasa entre ser un muerto viviente y ser un muerto en vida. Los comportamientos se repiten, la lógica del zombie se multiplica en la sociedad y las opciones de mejora y ascenso muchas veces son antropofagias, que por metafóricas, no dejan de ser igual de crueles. Por eso, el fanático sabe reconocer la película que respeta el género de aquella que utiliza los elementos propios del género para construir algo en esencia distinto (estoy pensando en la reciente “Zombieland”(2009) o en las flojitas “Residente evil”, en donde muchas veces el juego de la Play supera a las escenas de acción de la peli).

Y también tengo que reconocerlo, el género es la certeza de encontrarse en un terreno conocido, de evitar la adaptación y la incertidumbre para meterse en la historia desde la primera escena, placer de principio a fin, sin pensar en actores, directores o filmografías. Ahí está “Planet terror” (2007), como ejemplo ideal y frutilla del postre de una tarde de zombies, dirigida por Robert Rodríguez y producida por Quentin Tarantino, dos que saben bastante sobre esto de los géneros y de las posibilidades que otorgan (miren si no “From dusk till dawn” (1996), una de vampiros que sí chupan sangren y no como esos anémicos adolescentes de “Twilight”).

3 comentarios:

Ana Laura dijo...

Excelente tu entrada, muy acertada de principio a fin. Como una de las que se reconocen fan del género de zombies, me sentí plenamente identificada: me suelen mirar como inmadura intelectual - más aún cuando enumero mis preferencias: vampiros, zombies y extraterrestres (el orden es indistinto)

Un saludo, y gracias por tu visita a mi blog.

Ah sí, y ¡larga vida a los zombies!!

choooni dijo...

Muy buena critica Emi! Me encantan las peliculas de zombies, me faltan ver un par de las que nombraste, pero muy buenos titulos che. Bueno, cuando tenga mas tiempo sigo chusmeandote el blog, ah, te sigo eh, un saludo!

choooni dijo...

Dale dale pasate! Y si, cuando tengo tiempo INTENTO escribir jaja, fijate que hay cosas que me escribió mi novia (como la entrada que comentaste) y otras que son pavadas, y lo que escribi en serio es malo, así que mejor no pases nada, jaja es chiste, te espero!