sábado, 24 de enero de 2009

Las peores películas de mis vacaciones

Cometas en el cielo (The Kite Runner, 2007) de Marc Forster: ésta me lo recomendó alguien. Muy bien vendida. Y yo compré. Lamentablemente, no recuerdo quién fue, pero ya me voy a acordar y allá irá mi recomendación de alguna peli bien pedorra (pienso en alguna de Meg Ryan post-operación y sobredosis de botox; esa que es entrenadora de box sería genial). La cosa viene así: Afganistán, revolució talibán, familia acomodada huye a Estados Unidos y hijo menor deja sin resolver ruptura amistad con hijo del sirviente paterno (perdón, por la sintaxis telegráfica). La ruptura tiene que ver con un hecho violento (mejor narrado y tratado por el gran Leonardo Favio, en Crónica de un niño solo, 1964) que marca el crecimiento del protagonista en los Estados Unidos. Dificil huída de la familia (padre e hijo), llegada a USA, concresión del sueño americano y triunfo como escritor del niño. Hasta ahí una buena película, entretenida, pasable. Pero de repente suena el teléfono (no, no es Raúl Taibo) y el pasado reaparece. CHAN! Tensión, drama en crescendo hasta el climax final... No. La película se transforma en un bodrio que nada tiene que envidiarle a las más afiebradas aventuras de Bruce Willis (pienso en Lágrimas del sol, por ejemplo) o a las venganzas unilaterales de Steven Segal contra la mafia y carteles, extranjeros, de drogas (¿notaron qué pocos yanquis arios mueren en las pelis del gordo Segal?). El tipo vuelve a Afganistán, a buscar el hijo de su ex-amigo, quien termina siendo su sobrino porque su amiguito de la infancia era el hijo no reconocido de su padre (tiembla, Migre). Así tenemos un increible (en su valor semántico más negativo) rescate en una cárcel pedófila talibán (sí, leyeron bien). Y los delirios siguen con un descendiente de árabes que trae un sobrinito ilegal a USA y nadie le pregunta nada y una cura psicológica milagrosa gracias a la tranquilidad de la vida yanqui. Si uno quiere sentirse menospreciado como espectador esta es la película: acá no hay yanquis en Afganistán, bombardeos ni por casualidad, los talibanes son clones de Rasputín (¿es políticamente correcto poner en un mismo texto Rasputín y pedofilia?), nadie se acuerda de la financiación norteamericana a los talibanes, ni de las persecuciones a los descendientes de árabes en Estados Unidos. No dudo que haya pedofilia entre los talibanes pero la película es de una simpleza ofensiva y lo peor es que le llovieron críticas favorables de todos lados. El director, que viene en una franca decadencia, empezó con verdaderas joyitas: Finding Neverland (2004), Stranger than fiction (2006) (Will Ferrell, no te merecemos - decirlo de rodillas - ) o Monster´s ball (2001) (Halle Berry, qué escena, qué escena!) y hoy se dedica a estos pastiches (mirar si no la última de James Bond y la apología de la política imperial mundial). En fin, la vi, me dejé estafar, me queda el consuelo de la venganza y una pelis de Francella para recomendar a mi amigo.
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Venganza, Taken (2008) de Pierre Morel: simple y sencillo: un agente del gobierno de Estados Unidos viaja a Francia a recuperar su hija secuestrada por una banda de traficantes de mujeres. En resumen: por preservar la virginidad de una hija, un agente norteamericano está dispuesto a hacer cualquier cosa: torturar (picana casera incluida), matar, dispararle a la esposa de un jefe policial corrupto (la tipa estaba cenando) y por supuesto, todo, con la misma impunidad que deben haber caracterizado sus operaciones gubernamentales anteriores. Ah, me olvidaba: el mal está afuera de Estados Unidos, el aeropuerto de París es uno de los más inseguros del mundo, los traficantes de mujeres son albaneses (interpretados por árabes, pero es lo mismo), la corrupción anida en la policía francesa, los pervertidos son millonarios árabes y el actor es irlandés pero habla con acento yanqui. En el camino quedan varias chicas secuestradas obligadas a ejercer la prostitución, la mejor amiga de la hija, muerta de sobredosis y un tendal de muertos en París, pero no importa: papá lo hizo para defender a su hija. Para defender a un hijo todo está permitido. Mucho decir que la hija es una metáfora de los Estados Unidos...? Por supuesto la seguridad solo la obtienen cuando vuelven a Estados Unidos. Moraleja: no salgas de USA, el mundo es una porquería. USA el barrio privado del mundo: un lugar seguro donde vivir.
Continuará...
Las mejores películas de mis vacaciones

Elegy (2008) de Isabel Coixet: basada en una novela de Philiph Roth. Increible Ben Kingsley (actorazo te hace de Ghandi y de un descontrolado en La bestia humana, Sexy Beast (2000), con la misma naturalidad), contenido e imposibilitado de entregarse al amor (suena cursi pero es así), me hizo acordar a Anthony Hopkins en The remains of the day (otro peliculón del año 1993). Además, Penélope Cruz mostrando generosamente su anatomía y actuando como pocas veces lo hizo en el cine yanqui. Una romántica con buen guión, combinación difícil de conseguir. Bonus track: el gran Dennis Hooper dando cátedra (apurense con una Easy Rider (1969), cuarenta años después, ¿se imaginan a Hooper, Jack Nicholson y Peter Fonda juntos de vuelta en una película que muestre el fracaso de la fantasía norteamericana de la década del 60?) y la diosa ochentosa-punk Deborah Harry (alias Blondie), la de los Strawberry fields forever junto a los Cadillacs.
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Hotel Rwanda (2004) de Terry George: está bien, es un poco maniquea la mirada: los buenos son muy buenos y los malos, terribles. Pero a veces estas concesiones hay que aceptarlas (parte del pacto cinematográfica) para disfrutar de una peli que relata los primeros días de la guerra civil en Ruanda y la violencia que representó la matanza de casi un millón de personas. Hay palos para Europa y Estados Unidos al por mayor, justificados y argumentados, por el abandono que hicieron del país. Hay palos para la ONU, aunque el personaje de Nick Nolte trate de redimirla, y el periodismo, por sus intereses mezquinos. No es una película para domingo a la tarde, gris y lluvioso pero vale la pena verla. Además, tiene eso de "basada en hechos reales" que le da una dimensión aún mayor.
Continuará...

martes, 6 de enero de 2009

La rosa blindada de Iara Fortunato

Hermoso poema de una alumna de primer año, hecho a partir de unas metáforas tomadas de distintos poemas del gran Tuñon

Esta rosa blindada tiene difícil acceso.
Es mucho más fácil llegar al cielo.
Por más que intento que no me cierres las puertas
sólo esperanzas me quedan para que estén abiertas.

Es tu corazoncito del que yo hablo.
En el que yo nunca estaré.
Pero sé que hay una cosa que no olvidaré:
Que tu dulce amiga no dejaré de ser.

Vacaciones = cine


Aclaración: para su seguridad intelectual este texto se encuentra enriquecido con hipervínculos (links, en español bonaerense) debidamente identificados por la manito mutante de su cursor.


Empezaron las vacaciones, hora de hacer todo lo planeado en el año para cuando tuviera tiempo libre. Fatal momento que ya ha llegado y que me encuentra con las suficientes ganas como para ir comprar algunas pelis pirateadas (¿se puede decir esto?), alquilar otras y enganchar títulos siniestros y patéticos de la cinematografía mundial en el cable (tanto que joden con la deconstrucción y cómo no analizan las prácticas del espectador de cable, recolectando fragmentos de películas en distintos horarios, diversos canales y un orden que solo se resuelve meses después en el sueño de una siesta entrecortada también) para luego tirarme en un sillón caluroso que insiste en pegarse contra mi espalda. En fin, hora de ver películas.
La primera: The african queen (1951) de John Houston. Un clásico que mereció una relectura de Clint Eastwood en la muy buena White hunter, black Heart (1990) (che, me siento re-intelectual citando en inglés, ahora me mando un latinazgo) y que dos por tres aparece en los listados de películas que hay que ver antes que el cine de terror tipo Saw te queme la última neurona. Y la verdad que está bueno despacharse con un clásico y descubrir todo una manera distinta de entender el cine y la actuación. El argumento es sumamente básico: una especie de road-movie (o river-movie) en el medio de la selva africana. Muchas imágenes tipo National Geographic, calor, rostros sudados, fiebres y ruido ambiente. Una selva jodida, no esperen a Simba corriendo con una sonrisa colmillar en atardeceres rojizos. Acá es el hombre enfrentado a la naturaleza (ahora me acuerdo de The ghost and the darkness (1996), se estreno como “Garras” o algo así, una peli muy buena con Michael Douglas y Val Kilmer (actor caído en desgracia que me sigue pareciendo un actorazo como pocos) en donde perseguían a una pareja de leones asesinos también en África. En el caso del film de Houston la pareja son un marino de lanchita almacén tipo islas del Tigre (muy Haroldo Conti o, mejor, Horacio Quiroga) y una señorita inglesa puritana y estructurada (muy “Otra vuelta de tuerca” de Henry James). Los dos deben huir de un ataque alemán en plena Primera Guerra Mundial y en la huída deciden hundir un buque insignia (atención con el torpedo casero que se mandan, borrador de proyectos McGiver). La historia es lineal, el romance obvio es sumamente cursi (pero si pensamos que James Cameron empachó al mundo de la misma manera con su cursilería romántica con “Titanic” y lo forraron de Oscars, se lo puede dejar pasar) y las escenas de acción zafan con una técnica artesanal que genera tanto admiración como ternura (con qué poco te hacían el hundimiento de un barco, vuelve “Titanic” a mi mente, creo que es un trauma). Ahora la pregunta: ¿es realmente una película que hay que ver sí o sí? Difícil y esto es una opinión así que se puede discutir: muy bien Humphrey Bogart, muy bien Katharine Hepburn, pero como clásico y película de aventuras me parece que la inflaron demasiado. Si la combinación es Houston & Bogart & aventuras, mil veces The treasure of the Sierra Madre (1948) y si la idea es ver un duelo actoral mujer-varón clásico, las opciones son miles y para muestra un botón: A star is born (1954) con Judy Garland (si les gustó Charlie and the chocolate factory (2005) de Tim Burton vean The wizard of Oz (1939) con Mrs Garland adolescente) y James Mason. A ver para que quede un poco más fundamentado: un clásico (pensando en Calvino) debe sobrevivir al paso del tiempo y generar nuevos interrogantes a los nuevos espectadores, la película de Houston carga, como el protagonista a su bote en un río cenagoso, el paso del tiempo (piensen en cualquiera de Chaplin y se entiende mejor lo que quiero decir) y ese arrastre se siente al mirar la peli. En mi opinión, The African Queen tiene muy poco para decir ya, tiene el gusto del cine de sábado de superacción (aunque prefería las de vaqueros), buenas actuaciones y ahí se queda, en la cuenta pendiente saldada: la vi. Por lo menos así lo veo yo (Guillermo Nimo dixit, este es el latinazgo que prometí al principio del texto).