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Por el solo hecho de tener este hermosísimo afiche retro, deberíamos ver esta película, pero abajo trato de argumentar un poquito más (desde el fanatismo, claro, porque fue una peli que me encantó).
¿Cómo hacer una película sobre fantasmas original y entretenida cuando parece que el género ya ha experimentado con todas las posibilidades? Ti West propone una respuesta interesante con “The innkeepers”. Si ya se mostró todo y más en este género, armemos una película de fantasma en donde mostremos poco y nada. No a la manera rebuscada de “Actividad paranormal” con sus filmaciones de cámaras de seguridad tipo YouTube. En “The innkeepers”, Ti West propone una historia de terror clásica (hotel viejo y maldecido, habitaciones vacías, ruidos inexplicables, aficionados cazafantasmas tratando de encontrar pruebas) en donde el eje está en el suspenso y el manejo de la tensión sin recurrir a los lugares comunes (música machacosa, efectos de sonido, digitalización de Play Station). Acá hay una película con buenos actores que construyen papeles creíbles (por lo menos de la pareja de protagonistas). Acá los personajes reaccionan como cualquier tipo que se cruzara en su vida con un par de fantasmas. Acá no hay héroes, ni especialistas que se animan a todo. Acá cuando ven a un fantasma corren y gritan como quinceañera acosada, sufren ataques de asma y renuncian cuando la cosa se pone extraña.Nota al pie: por increíble que parezca (bueno, pasaron más de 25 años, es esperable si no te hiciste ninguna cirugía) la actriz que hace de médium es Kelly McGillis, sex-symbol ochentoso que nos quemó la cabeza en “Top Gun” y que tiene un mérito que no es menor: ser la única amish sexy de la historia del cine ("Testigo en peligro" de Peter Weir, con Harrison Ford). Verla en la peli es como ver a Demi Moore sin tuneado.
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