Reflexión catódica 1: Mujeres 
         Las mujeres de "Graduados" son histéricas. No 
saben lo que quieren, histeriquean a sus hombres, van y vienen, los 
ilusionan y los engañan, sus vidas no parecen tener más norte que 
mantener a sus hombres en constante incertidumbre, revoloteando 
alrededor de ellas. Una sola de las mujeres de "Graduados" sabe lo 
quiere, tiene un objetivo marcado y ordena su vida para poder 
alcanzarlo. Pero esa es la villana... y nadie se identifica con los 
malos.
Reflexión catódica 2: Hombres
           Los héroes hombres 
de "Graduados" se han quedado trabados en lo peor del estereotipo del 
adolescente. Poco han cambiado desde su juventud, se han contentado con 
lo que tuvieron casi desde un principio: una herencia millonaria que 
nunca se termina de despilfarrar; un matrimonio por obligación que de 
yapa trajo estabilidad económica y buena posición social; la protección 
de unos padres complacientes; una vida 
bohemia y viajera que va de Brasil a Buenos Aires y viceversa. Uno solo 
de ellos quiso cambiar las cosas, parece: estudió, se hizo su camino 
profesional y salió del closet. Eso sí, es un personaje secundario y 
pese a estar a punto de casarse, no ha tenido un solo despetar en la 
cama con su pareja, un beso antes del desayuno, un abrazo antes de 
dormir. Se ve que esas escenas están reservadas para las parejas hetero.  
Reflexión catódica 3: Estudio
Los adolescentes de las ficciones televisivas no van a escuelas públicas. El último que vi con guardapolvo fue en "Pelito" allá por los ochenta. En los noventa aparecieron los uniformes, los colegios privados de nombre inglés y los orfanatos con toboganes en el living.
En las ficciones no se estudia. El estudio abre o cierra la escena ("dejá de estudiar, escuchame"o "bueno, te dejo porque tengo que estudiar"). Los libros en la ficción se abren o se cierran, nunca se leen. Falta de acción, de emoción, mal ejemplo para el espectador sentado en su casa.
          Los adolescentes de 
"Graduados" ni siquieran usan uniforme. Van y vienen del colegio con 
mochilas y cuadernos nuevos. Se cruzan en pasillos y en amplios patios 
de un colegio con señorial escalera principal. Se sientan a hacer las 
tareas para ser rápidamente interrumpidos. Hablan de estudiar pero 
trabajan en una oficina (presiones económicas dice la rubia: no debe ser
 fácil vivir sola y encima pagarse un viaje de egresados que abandona 
antes de llegar), o faltan cada vez más, sumando ausencias sin quedarse 
libre.
Tres profesionales universitarios tiene la serie. Un abogado que poco demuestra de su profesión y que si algo ha logrado fue gracias a su traicionera y taimada forma de ser (como muchos abogados, supongo mal intencionado). Una psicóloga que viola constantemente las reglas de su práctica profesional y atiende con poco tino a sus pacientes. Y un licenciado en publicidad, echado y desocupado, que ha podido mudarse a un hermoso palacete posmoderno de manera inexplicable. Ninguno parece haber logrado mucho en su vida: inseguros, solterones o divorciados, arman su vida según los caprichos de sus amigos o hermano.
El estudio no parece ser buen negocio o, por lo menos, no da rating.
Tres profesionales universitarios tiene la serie. Un abogado que poco demuestra de su profesión y que si algo ha logrado fue gracias a su traicionera y taimada forma de ser (como muchos abogados, supongo mal intencionado). Una psicóloga que viola constantemente las reglas de su práctica profesional y atiende con poco tino a sus pacientes. Y un licenciado en publicidad, echado y desocupado, que ha podido mudarse a un hermoso palacete posmoderno de manera inexplicable. Ninguno parece haber logrado mucho en su vida: inseguros, solterones o divorciados, arman su vida según los caprichos de sus amigos o hermano.
El estudio no parece ser buen negocio o, por lo menos, no da rating.
