En el capítulo anterior, nuestro héroe pareció alcanzar el final de
su periplo arribando a las doradas playas de la vida tranquila sin
tarjetas de crédito. Sin embargo, aquello que parecía resolverse con
unos mensajes en un muro virtual y unos llamados telefónicos pronto se
revelará como la peor de las maldiciones gitanas...
En un lugar de cuyo nombre recuerdo, Bahía Blanca, a pocos kilómetros de Villa Mitre.
Ring, ring (ningún teléfono en mi casa suena así pero permitanme la licencia literaria)
Yo: - Hola.
Tono cordobés de chiste coterráneo: - Señor, Emiliano Vuela? Lo llamábamos para decirle que la baja de su tarjeta ya ha sido realizada... (bla, bla, bla formal característico)
Festejo.
Un poco como las grandes superproducciones yanquis que prometen un
final a todo trapo pero que al final resuelven todo a las apuradas y
bastante anodinamente, mi relación comercial con Tarjeta Naranja había
terminado. No hubo discusiones, ni insultos cruzados, ni cartas
documentos. Poquito, poquito: unos mensajes por FB, unos llamados y la
mención de un abogado, que apenas dibujé en mi mente. Bien, Emi, lo
lograste.
El Sr. Sistema: - ERROR, Emiliano. Nunca te dejaremos ir. Ja, ja, ja (risa diabólica, pero bien jodida y diabólica)
Dejo
pasar las semanas. Llega el día de pagar mi último centavo adeudado.
Vengo con todo: pecho argentino, listo para caretearla.
Sucursal Donado, Bahía Blanca, Tarjeta Naranja. Viernes.
Srta Naranja: - Adelante, por favor.
Yo (tono de voz un poco elevado para que escuchen los de la fila): -
Vengo a pagar mi último resumen y a pedirte si, por favor, podrías
imprimirme un libre deuda que dé cuenta que no tengo deuda con ustedes y
que cerré la tarjeta.
Srta Naranja: - Sí, para cerrar la tarjeta tenés que pagar primero todos tus saldos...
(Deja vú mío, rápidamente interrumpido)
Yo: - No.
La tarjeta ya la di de baja a través de un abogado que me asesoró.
Ahora necesito un libre deuda y un comprobante que las tarjetas están
dadas de baja. Me lo pidió el abogado.
Srta Naranja (cara de susto, cara de dijo "abogado"): - Decime tu número de documento.
Lo digo.
Srta Naranja: - Ah, sí, la cuenta está inhabilitada. Solo queda pagar este último resumen...
Yo: - Bueno. La pago ahora y necesito el comprobante de que está cerrada la cuenta.
Srta Naranja: - Sí. (Mmmh, ¿sonó inseguro o me pareció a mí?)
Cola para pagar. Pago. Nueva cola para volver a ser atendido. Me atiende otra señorita Naranja.
Yo: - Recién termino de pagar y necesito un comprobante que di de baja la tarjeta junto a un libre deuda.
Srta Naranja 2: - Primero tenemos que dar de baja la tarjeta porque si tenías deuda no podés...
Yo: No.
Yo ya la di de baja porque por ley se puede. Vos y dos de tus
compañeras me dijeron que no, pero mi abogado me explicó que se puede y
lo hice por teléfono hablando a casa central. Ahora el abogado me pide
un libre deuda.
Srta Naranja 2: - A ver... (cara de susto, cara de dijo "abogado") decime tu documento.
Nuevo tecleo eterno. Yo levantando temperatura.
Srta Naranja 2: - La cuenta está inhabilitada, es cierto.
Yo: - Bueno, necesito un libre deuda y un comprobante...
Srta Naranja 2: - Pero no te puedo dar un libre deuda porque no debés nada (sic, sin recurso literario alguno)
Yo: - Justamente, eso es un libre deuda.
Srta Naranja 2: - Pero nosotros no damos libre deuda...
Yo: - Mirá, el abogado me pide un comprobante de que la tarjeta está dada de baja y que no les debo nada.
Nuevo tecleo. Se acerca Srta Naranja 3. Murmullos. Cara de póker mía.
Srta Naranja 2: - Mirá voy a mandar un mail a sistemas para que me respondan tu consulta y pueda entregarte un comprobante (escribe papelito con un número, me lo entrega) ¿Podés volver dentro de dos días?
Yo: - Claro. ¿Cómo es tu nombre?
Srta Naranja 2: - Pixelado del nombre para cuidar identidad
Yo: - Hasta luego
Sucursal Donado, Bahía Blanca, Tarjeta Naranja. Jueves.
Cola para ser atendido.
Yo: - Hola. Vengo a retirar un comprobante que solicité la semana pasada (extiendo papelito)
Tecleo clásico. Lectura de pantalla.
Srta Naranja 2: - Mirá me dicen que no pueden entregarte un libre deuda porque no corresponde.
Yo: - Necesito un comprobante que me pide el abogado. Viste como son los abogados...
Srta Naranja 2: - A ver...
(llama por telefóno. Habla con Laura. Le cuenta mi historia. Mucha
mención de la palabra "abogado". Me pregunta cuál es la razón del cierre
de la tarjeta)
Yo: - Es muy largo. Ya se los conté en una carta que le dejé a la encargada que estaba repartiendo caramelos.
Srta Naranja 2 sigue hablando. Anota. Me mira. Escucha. Escribe en un papel. Cuelga: - Bueno. Mirá, ahora yo hice por tu reclamo un incedente (¿y todo lo anterior qué fue entonces? ¿Cosas lindas y cotidianas de la vida?, pienso) me van a responder hoy a la tarde. Dejame tu teléfono.
Se lo dejo y me retiro. No paso a la tarde. No me llaman. Dejo pasar los días
Sucursal Donado, Bahía Blanca, Tarjeta Naranja. Lunes.
Busco
a nombre pixelado. Llama por teléfono. Del otro lado, le dicen que
Laura no está, Laura se fue. Habla. Dice el apellido de Laura que queda
guardado en mi memoria junto a los recuerdos más hermosos de mi
infancia. Diálogo entrecortado. Muchos "pobre" para mí que fui varias
veces al local. Cuelga.
Srta Naranja de Nombre Pixelado: - Mirá
están revisando los archivos porque hay un tema con sistema. La cuenta
está inhabilitada pero no te la puedo dar de baja, justamente, por eso
porque está inhabilitada (cordobés conchatumadre mentiroso telefónico). Igualmente, para responderte el incidente tenemos cinco días hábiles. Disculpame que te haga venir...
Me retiro. Y pienso en Buda. Lo envidio.
Sucursal Donado, Bahía Blanca, Tarjeta Naranja. Viernes.
Srta
Naranja Nombre Pixelado no está. La llaman por teléfono. Aparece. Pido
disculpas por interrumpirla (no caza mi ironía). Teclea. Mira pantalla.
No hay respuesta. Pasaron cinco días hábiles de mi reclamo, le digo.
Llama por teléfono. Pregunta por Laura. Laura está. Diálogo. Cuelga
Srta Naranja Pixelada: - Mirá.
Como hiciste la baja por teléfono no puedo darte un comprobante porque
la cuenta fue inhabilitada, entonces el sistema no me lo permite.
Yo: - Yo
no di de baja la cuenta por teléfono. Yo hice una consulta por su muro
de FB y ustedes me llamaron y me dijeron que la dieron de baja.
Srta Naranja Pixelada: - Justamente (nunca me sentí más boludo frente a un adverbio como en este caso) por eso no podemos. Así que yo te puedo hacer un comprobante manual del pedido de baja y tendrías que volver dentro de 15 días.
Yo: - Bueno, listo (peor que nada, me digo. Además, qué joder, lo estoy disfrutando y me ayuda a escribir)
Comienza a completar el formulario.
Srta Naranja Pixelada: - ¿Cuál es el motivo de la baja?
En
fin. El diálogo siguió. Le recordé la carta, mis idas y vueltas y
terminé preguntándole si había firmado con Tarjeta Naranja un contrato
comercial o una maldición gitana. Finalmente, pregunté si todo estaba en
condiciones para dar de baja la tarjeta porqué no querían hacerlo. Srta
Naranja Pixelada no supo qué decir.
Continuará...
La
cuestión es que al día de la fecha y a casi seis meses desde que decidí
cerrar la tarjeta informándoselo a "the orange people", ninguno es
capaz de decirme "Chau, amigo" para siempre. Se ve que estos tipos se
toman la cuestión de la amistad bien en serio.